Relato de un Chef: los frijoles de mamá...


Quiero dedicarle estas líneas a quien para mí ha sido la mejor chef que haya conocido. Ella me enseñó todo lo que sabía: el secreto del éxito de cualquier platillo, es el amor; es el ingrediente que necesitas impregnar en cada una de las preparaciones, pues sin él no habría notas dulces y saladas, amargos, ácidos... esos sabores cuyas cualidades te evocan a un punto en específico de nuestras vidas. 

Mi mamá, Cristina Marmolejo fue y siempre será la mejor chef que jamás haya conocido. 

Sin duda alguna en la cocina se necesitan ciertos ingredientes, tales como el amor, la pasión, la disciplina, la creatividad y la audacia. Mi mamá solía tener estas cualidades. En diferentes ocasiones demostró ser una gran chef. 
Recuerdo cuando no teníamos ni un peso en casa y mi papá llegaba en ocasiones con $30 pesos después de un largo día de trabajo como cerillito. Ella, sin dudarlo, salía a unas milpas cercanas a recolectar plantas, hierbas de olor y se aventuraba a conseguir carne; después de un tiempo la podías ver en la cocina limpiando todos los ingredientes listos para ser utilizados.  

Durante este proceso yace sobre el patio un brasero caliente listo para la acción. Ella, llena de amor, ingenio y creatividad, se disponía a cocinar para nosotros. En ocasiones sólo me gustaba observar la magia que desprendían sus manos, para momentos después transformar la materia prima en una deliciosa comida llena de sabor, aroma a carbón y, sobre todo, amor. 

Ella sin duda merece el crédito de todo en mi vida. A pesar de las carencias siempre demostró una habilidad hacia la administración, la creatividad y sin duda ese basto conocimiento en recetas que en algún momento llegó a compartir conmigo. 

En este pequeño fragmento quise escribir sobre ella porque hace dos años que ya no la tengo conmigo. Quiero compartirles que un gran cocinero o chef no es aquel que te elabora grandes platillos sólo teniendo su materia prima a manos llenas, sino es quien se arriesga a abrir el refrigerador, buscar en el campo, o bien tener en la mano $30 pesos y entregarte su alma a través de un delicioso plato. 

Mamá: ¡siempre te recordaré como la gran persona y maravillosa chef que fuiste! 

Les comparto una receta que, a pesar de su sencillez, evoca a mis días llenos de amor con mi mamá:
FRIJOLES REFRITOS
Limpiar tus frijoles (bayos o flor de mayo), cocerlos en olla exprés o en olla de barro, acompañados de un trozo de cebolla, dos dientes de ajo, sal de grano (mamá decía que siempre usara sal de grano, y desde entonces yo la utilizo).
Cerrar la olla y esperar el tiempo necesario hasta lograr la cocción completa.
En un sartén agregar manteca de cerdo (lo suficiente para que estos queden mantecositos). Mamá siempre decía que hay que darle sabor a esta manteca para que no quede "cruda"; se refería a agregarle ajo y cebolla. Dejar acitronar los dos ingredientes y después retirar. 
Una vez lista la manteca agregar los frijoles "con mucho cuidado, es posible que brinque el aceite", y empezar a aplastarlos hasta que éstos queden bien chinitos. Como último toque, cortar chile de árbol y agregarlo, rectificar sabor y servirlo con un buen queso de rancho "fresco" Puedes hacer un pan tostado (la mitad de un bolillo, agregar frijoles, queso fresco y un par de rebanadas de aguacate), te aseguro que probar estos frijoles me llena de recuerdos y hacen remembranza a mi mayor admiración en la vida " Mi mamá".

       En Memoria de Cristina Marmolejo

Gastroo Shop
Autor: Chef Aaron Marmolejo 

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